domingo, 8 de abril de 2012

La influencia de las redes sociales en la subjetividad individual y colectiva - Bibliografía

  • Paula Sibilia, “La intimidad como espectáculo”. Capítulos I y III: “El show del yo” y “Yo privado y el declive del hombre público”. Editorial Fondo de Cultura Económico, Año 2008. Material de Cátedra. Link: http://www.fce.com.ar/ar/libros/detalles.aspx?IDL=6311

  • Carlos A. Scolari, “Hipermediaciones, elementos para una Teoría de la Comunicación Digital Interactiva”. Capítulo II: “De los nuevos medios a las hipermediaciones”. Editorial Gedisa, Colección Cibercultura. Año 2008. Material de Cátedra. Link: http://www.gedisa.com/libroIMPRES.asp?CodigoLibro=500011


  • Sergio Sinay, “Conectados al vacío, La soledad colectiva en la sociedad virtual”. Editorial Ediciones B, Año 2008 (Fuente consultada).
           Link La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1068927-vidas-de-seis-palabras
     

  • Apuntes de carpeta de la materia Teoría de los Medios y de la Comunicación de las clases del 12/08 y del 19/08, segundo cuatrimestre del año 2011 (UCES). Titular: Oscar Bosetti, Adjunto Diego Ibarra, JTP: Analía Sosa Rodríguez.

La influencia de las redes sociales en la subjetividad individual y colectiva - Conclusión

   Es innegable que la sociedad está atravesando un momento de transición con respecto a sus recursos y métodos de comunicación. La pantalla de la PC simboliza una ventana de infinitas posibilidades que nos provee de una catarata de datos por momentos desbordante. Hoy en día se vuelve imprescindible apelar a métodos estratégicos de selección de la información debido a los continuos avances de acceso que dificultan cada vez más la intención de abarcar todo lo que está a nuestro alcance. Según Scolari en Hipermediaciones: “(…) la mente humana funciona por asociación y cada vez que tiene una información en su poder inmediatamente salta a la siguiente conforme a una intrincada red de recorridos sostenida por las células del cerebro.”
Esto indefectiblemente nos arrastra a una pérdida de enfoque que no permite la interiorización de contenidos.
Tomemos como ejemplo un día corriente en la vida de un joven de clase media promedio y consumidor activo de las nuevas tecnologías: Amanece, desayuna, se conecta a través de su ordenador para chequear sus mails y organizar la agenda del día. Luego, se prepara para encarar su jornada manteniéndose en contacto con su entorno social (círculo de amigos, compañeros de universidad o de trabajo, familia, etc.) por intermedio de su dispositivo móvil (Blackberry, I-Phone, o cualquier teléfono celular de los denominados Smartphones), sumado a las alternativas de conexión que estos mismos proponen (el programa WhatsApp o el chat exclusivo de Blackberry)  y las distintas redes sociales (MSN, Facebook o Twitter).

¿Cómo es posible mantenerse enfocado en un tópico o actividad determinada o responder a las exigencias del mundo ante tales circunstancias?

Hasta el mismo Juan Pablo Varsky, periodista argentino de renombre que se desempeña tanto en medios gráficos, como en radio y televisión, declaró a través de su cuenta personal de Twitter @JPVarsky el 3 de Noviembre de 2011:
“En decisión trascendente, con el único motivo de evitar el incendio de mi cabeza, he sacado Twitter de mi teléfono celular. La recomiendo.”

En otras palabras, mientras una decisión no sea tomada, todo es probabilidad y lo que representa nuestra mirada frente al monitor o dispositivo móvil no es más que la oportunidad de conservar el máximo de ventanas abiertas en función de dilatar aquello que las decisiones conllevan: la pérdida de las posibilidades.
Las nuevas tecnologías y recursos de comunicación están presentes en el aquí y ahora, desarrollándose a pasos agigantados, como lo describe Scolari: “(…) En esta relación simbiótica entre el hombre y la computadora el hombre fijará los objetivos, formulará hipótesis, determinará los criterios y realizará las evaluaciones.”
Teniendo en cuenta el texto de Barker también podemos establecer que los estudios culturales constituyen un campo de permanente debate y cuestionamiento y que su empleo y sus significados serán siempre cambiantes.
Estas tecnologías pueden ser consideradas como adaptaciones contemporáneas de las viejas costumbres o se puede intentar darles un significado e interpretación ligado de manera exclusiva con el presente. No obstante, detrás de cualquier tipo de dispositivo o herramienta, es el individuo quien debe adaptarse a las circunstancias de los tiempos que le toquen atravesar sin perder noción de la necesidad fundamental que significa para todo ser humano racional y pensante el desarrollo de su propia subjetividad individual.

La influencia de las redes sociales en la subjetividad individual y colectiva - Desarrollo

El nuevo rol del usuario en el contexto de la democracia digital
    
     Internet constituye en la actualidad un portal mediante el cual el usuario común adquiere un papel de relevancia fundamental por intermedio de la producción de contenidos, ya sea en los Blogs, Fotologs, Flickrs, en los sitios para compartir videos como YouTube o en las redes sociales como MySpace, Facebook o Twitter.
A raíz de la creatividad y la presencia mediática que este contexto supone por quienes antes solían ser lectores y espectadores de los diferentes medios de comunicación, se traza el concepto de una nueva democracia digital en la que todo individuo que navega por la red puede expresarse y trabajar a la par de los profesionales. Citando a Scolari en Hipermediaciones: “(…) el usuario de los medios termina por convertirse en parte del contenido y muchos investigadores proponen que la interactividad es lo que define a los medios digitales de los tradicionales, creando entornos inmersivos donde el sujeto forma parte de un sistema mayor. Se rompe con la idea del consumo pasivo de los medios masivos (…)”.
A su vez, esto se articula en un enaltecimiento de lo ordinario y lo cotidiano en función de la búsqueda de diferencias, noción que plantea de por sí ciertas contradicciones como resultado de la permanente producción de copias descartables de lo mismo y cierta noción ambigua de potencial control y libertad.

Retrospección a la Revolución Industrial y su relación con la actualidad

En retrospección, en el siglo XVIII, la Revolución Industrial aceleró los tiempos y el modo de trabajo, dando paso a los procesos migratorios y la urbanización en pos de mejorar las posibilidades de trabajo y estilo de vida. En consecuencia, el reconocimiento, la interacción personal y el sentido comunitario que distinguía la vida rural fueron desplazados por el anonimato y la heterogeneidad de las sociedades urbanas mediáticas. Dada esta transición, el individuo comenzó a sufrir la angustia producto de la soledad. Hoy en día, ese anonimato es confrontado por las nuevas tecnologías que invitan a los navegantes a formar parte de una nueva clase de comunidad: la comunidad virtual. La misma permite que la pantalla de la PC se convierta en una ventana siempre abierta y conectada con decenas de personas al mismo tiempo.
En el siglo pasado, surgieron los medios de comunicación de masa basados en tecnologías electrónicas. A principios del siglo XXI las computadoras interconectadas mediante redes digitales de alcance global se convirtieron inesperadamente en las nuevas herramientas de comunicación. Primero, a través del correo electrónico como una nueva forma interpersonal y grupal de intercambio, luego fueron los canales de conversación o chats que derivaron en sistemas de mensajes instantáneos como el MSN, Yahoo Messenger y diversas redes sociales. Al ser capaz de convertir cualquier tipo de documento escrito, gráfico o audiovisual en datos numéricos infinitamente modificables y reproducibles, Scolari remarca que para algunos teóricos la digitalización ha generado en gran medida las transformaciones más significativas en nuestra sociedad.

Técnicas de la Industria del consumo a través de Internet

En base al análisis de los conceptos planteados por Paula Sibilia en “La intimidad como espectáculo”, es posible dilucidar que esta nueva ola ha desatado paralelamente una estrategia de mercado basada en la inclusión del usuario en función de su propio consumo. Al hablar de sí mismos y de las personas de su entorno, los sujetos alimentan los engranajes de la sociedad industrial que precisa de estos datos para perfeccionar sus mecanismos.
La industria del consumo emplea técnicas como el ritual de la confesión para producir verdades sobre los individuos con objetivos comerciales, como la venta de productos y servicios (hacer/hacer).
En el pasado (principios del siglo XII), la sujeción confesada se transfirió en los ámbitos eclesiásticos y jurídicos; en la era industrial hacia los campos médicos y pedagógicos y ahora, en las pantallas mediáticas. A través de ellas, las empresas, gobiernos o quien posea cierto dominio técnico pueden monitorear los datos personales de los consumidores potenciales en función de favorecer los negocios orientados a públicos clasificados en segmentos de interés.

Los distintos medios de expresión en red y sus relaciones con los medios tradicionales

¿Qué es lo que impulsa a los usuarios a ejercer una exposición tan pronunciada de su intimidad por intermedio de Internet?
Los Blogs son un potente y sencillo dispositivo para escribir comentarios y generar espacios de debate. Es muy grande la variedad de temas y estilos que son propuestos a través de ellos, aunque la mayoría de los usuarios sigue el modelo confesional de diario íntimo. El mismo consiste en exponer la propia intimidad a merced de cualquier otro usuario que esté dispuesto a informarse sobre ella. Desde su creación, hace ya más de diez años, la comunidad “bloguera” no ha parado de multiplicarse.
A su vez, también surgieron las Webcams, que son pequeñas cámaras filmadoras que permiten transmitir en vivo el entorno del usuario al mismo tiempo que éste mantiene una conversación vía Chat. Posteriormente aparecieron los sitios que permiten compartir videos caseros como You Tube, los cuales reciben diariamente millones de visitas por día, muchas veces premiando u otorgándoles posibilidades de desarrollo profesional y económico a sus participantes.
Como destaca Sibilia, un capítulo aparte recibirían los mundos virtuales de Second Life, cuyo atractivo primordial está basado en la posibilidad que otorga a sus participantes de poseer una o varias vidas paralelas a través de la Web.
Esta tendencia se ve reflejada diariamente en los medios de comunicación más tradicionales. Acorde al texto de Carlos Scolari Hipermediaciones: “(…) una de las características primordiales de los nuevos dispositivos de comunicación es su capacidad para borrar las barreras entre medios y contaminarlos entre sí (…)”. Siguiendo este razonamiento, podemos destacar que los diarios y revistas incluyen en sus publicaciones los Tweets de las celebridades más destacados del día; la radio y la televisión apelan a los mails, SMS y a las distintas redes sociales para conocer el punto de vista de sus oyentes o televidentes sobre un determinado tema de actualidad o simplemente para hacerlos participar de algún concurso; el cine tampoco está exento de este fenómeno ya que cada vez es más difícil imaginar una trama o argumento ambientado en una contexto actual sin la mediación de los distintos dispositivos tecnológicos, ni los diversos recursos de comunicación on line dispuestos en la red. Hasta en la ante última entrega de los Premios de La Academia una de las candidatas a ganar el galardón a “Mejor Película del Año” fue “Red Social”, dirigida por  David Fincher y centrada en el período de la vida de Mark Zuckerberg en el que ideó y creó Facebook…

Influencia de los factores tecnológicos en el “modo de ser” del individuo

Otro punto significativo en el análisis de Sibilia es la influencia que poseen estos nuevos factores tecnológicos en la creación del “modo de ser” y de qué manera estas transformaciones contextuales afectan a los procesos mediante los cuales se llega a ser lo que se es. En relación a lo planteado por Barker en “Televisión, globalización e identidades culturales” se entiende que “(…) la búsqueda de la identidad en un mundo cada vez más incierto es un rasgo que caracteriza a los movimientos religiosos y a las ansias individuales de significación (…).”
El planteo sobre la constitución de las subjetividades está íntimamente ligado a la noción de que la construcción individual y singular de cada persona se forja en base a su propia experiencia en un aquí y ahora. Es inevitable no atribuirle a esto el marco contemporáneo en el cual nos toca atravesar como sociedad hoy en día. Estamos viviendo en una época limítrofe, un período de transición en cuanto a los factores socioculturales relacionados a los nuevos medios de comunicación propuestos por Internet y las estrategias integradoras empleadas por la industria del consumo. En base al texto de Barker entendemos por subjetividad a la condición de ser persona y a los procesos mediante los cuales nos convertimos en sujetos sometidos a procesos culturales que nos permiten serlo tanto para nosotros mismos como para los demás.
Resulta fundamental la influencia de la cultura sobre lo que se es y, para comprender los sentidos de las nuevas prácticas de exhibición de la intimidad, Sibilia apunta que es necesario estudiar las experiencias subjetivas en función de tres dimensiones o perspectivas diferentes: El nivel singular, enfocado en la trayectoria de cada individuo como un sujeto único e irrepetible a través de la psicología y el arte; la dimensión universal de la subjetividad, que abarca todas las características comunes del género humano por intermedio de biología o la lingüística, entre otras disciplinas y, finalmente, un nivel intermedio entre las dos dimensiones mencionadas previamente que busca detectar los elementos culturales influenciados por factores políticos, económicos y culturales, comunes a algunos sujetos pero no necesariamente inherentes a todos los seres humanos. Estas apreciaciones tienen puntos en común con respecto a lo planteado por Barker en que lo que significa ser persona tiene un carácter social y cultural en todo momento y lugar. En otras palabras, que las identidades son construcciones sociales y se articulan sobre el propio contexto cultural y social.
De esta manera es posible analizar esta “forma de ser” que se desarrolla en paralelo y en comunión a las nuevas prácticas de expresión y comunicación vía Internet.

Cabe destacar que, a pesar de la denominada “democratización de los medios”, las estadísticas sugieren que la concentración de los usuarios de la red global de computadoras se concentra en los países del primer mundo y que los “países en desarrollo” constituyen la significativa minoría. En conclusión, las brechas entre las regiones más ricas y más pobres del mundo no están disminuyendo sino que, al contrario, cada vez son más pronunciadas y están lejos de abarcarnos a todos como un conjunto armónico y homogéneo. Tan sólo una porción de la clase media y alta de la población mundial marca el camino y el desarrollo de los nuevos medios y vínculos de comunicación virtuales. Es precisamente este mismo grupo reducido el que ha influido en lo que significa el “ser alguien” en la historia reciente.
La interacción con los lectores es fundamental dentro del circuito de las redes sociales debido a que por más que se suela prescindir del contacto concreto y material con el otro, eso no impide que se creen fuertes vínculos y con varias personas a la vez; esto se acentúa por intermedio de los Links a otros contenidos y contactos que generan una amplia red hipermediática que no parece tener límite.

La influencia de las redes sociales en la subjetividad individual y colectiva - Introducción

     La sociedad actual es la más conectada de todos los tiempos. Los avanzados dispositivos tecnológicos constituyen herramientas que les permiten tanto al hombre como a la mujer la posibilidad de aferrarse a los medios de manera constante a través de Internet y del uso de las redes sociales. Esta circunstancia inevitablemente lleva al individuo a confundir conexión con comunicación, dos términos que no corresponden a distintas acepciones del mismo concepto.
La vorágine provocada por la magnitud del circuito de la información, sumada a la permanente expectativa hacia el futuro, genera un estado de insatisfacción y desconcierto que caracteriza el momento por el cual atraviesa la sociedad hoy en día.
El diario, la radio y la televisión han sido históricamente los canales mediante los cuales el sujeto ha tomado contacto con la realidad y el mundo que lo rodea, proceso se ha ido acrecentando y diversificando sin pausa hasta llegar a límites insospechados en un pasado no tan distante.

“El ciberespacio se caracteriza por la inclusión de una polifonía de voces y la falta de un centro de poder. Su estructura abierta lo convierte en un gran organismo vivo, dinámico y en permanente evolución” (Scolari en Hipermediaciones).

“¿Es la identidad cultural algo que deba mantenerse puro o algo que hay que ampliar y enriquecer mediante mezclas, parangones y cotejamientos?” (Barker en Televisión, globalización e identidades culturales).

En este escenario, un nuevo fenómeno ha tomado partido a través de Internet y la globalización: las redes sociales. Las mismas, constituyen una alternativa que fue rápidamente asumida por millones de personas alrededor del mundo como un método de expresión, comunicación y todo tipo de actividades que la constituyen como una herramienta de mucho potencial y creciente influencia. La problemática radica en el tipo de usos e interpretaciones que le son atribuidas por parte de los usuarios y de qué manera esto repercute en la cada vez más difusa confección de la subjetividad, tanto individual como colectiva.
Esto, sumado a la aparente pseudo diversidad de contenidos ofrecidos por los medios en pos y beneficio de las estrategias de convergencia planteadas por  la industria del consumo, nos lleva a replantearnos qué expectativas tenemos en cuanto a nuestra propia identidad cultural en relación a los factores económicos, políticos y sociales que repercuten en la agitada y atropellada velocidad de los tiempos contemporáneos que nos tocan vivir.
A través del análisis de los textos “La intimidad como espectáculo” de Paula Sibilia;  “Hipermediaciones” de Carlos Scolari y “Televisión, globalización e identidades culturales” de Chris Barker, en sumatoria con otras lecturas adicionales mencionadas en la bibliografía, se intentarán recolectar algunos conceptos y observaciones destacadas por parte de los autores sobre el papel de las redes sociales y su influencia en el contexto social moderno.

lunes, 27 de febrero de 2012

Recuerdos de un extraño (el exilio de Benjamín Costas) - Capítulo 3: "El veredicto"

Atendí el teléfono con la esperanza de obtener algún indicio del paradero de Clara, pero lo único que escuché del otro lado fue una respiración entrecortada que no emitía palabra alguna.
“¿Quién es?” – Pregunté con tono nervioso y, luego de unos segundos interminables, me dieron la tan anhelada respuesta.
 “Mi nombre no es algo relevante, en realidad, nunca lo supiste. De la misma forma que nunca te interesó el nombre de todos aquellos a los cuales “irrumpiste” sin autorización.” – Sentí un frío helado recorrer mi espalda mientras dejé que la extraña pero familiar voz masculina continuara con su mensaje.
“Nos conocimos hace algunos años en la librería donde trabajo, en el centro de la ciudad. Ese día te adentraste en mi memoria sin ningún derecho, robándome un fragmento de mi pasado. Desde ese momento una parte mía sobrevive dentro de tu mente al igual que las de todas las personas a las que has manipulado a tu antojo.”
A pesar del terror provocado por aquella llamada lo único que me preocupaba era saber dónde se encontraba Clara y si corría algún peligro, así que sin tomar real conciencia de lo que estaba sucediendo pregunté: “¿Dónde está Clara? Si le hiciste algo soy capaz de…” – “No nos estamos entendiendo” – me interrumpió – “Soy el portavoz de todas tus víctimas y es mi deber hacerte saber que hemos decidido castigarte por lo que nos has hecho y tomamos la determinación de invadir tu mente hasta que no quede nada de ti, en absoluto.”
A pesar de comprender el peligro de mi situación, no conseguí ordenar mis pensamientos del todo y él prosiguió con su veredicto: “Para que tu castigo pueda ser llevado a cabo debes despojarte del último recuerdo propio que posees. El recuerdo del cual te has estado aferrando todos estos años inútilmente en tu afán de crear una esperanza tan sólo ilusoria.”
Las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos recorriendo mis mejillas, pero mi rostro  mantuvo el gesto inexpresivo de quien por fin se resigna a afrontar sus pecados y sus consecuencias – “Quiero que mires nuevamente a tu alrededor y termines de comprender que ya no hay escapatoria.” – concluyó.
El teléfono que estaba en mi mano se desvaneció y la realidad comenzó a hacerse presente. Hice caso a la orden de mi verdugo, dirigí mi mirada hacia atrás y contemplé lo insospechado. Me encontraba nuevamente en la terminal de subtes, demacrado por la falta de alimentos y fumando el cigarrillo que me había obsequiado un extraño que estaba de paso. Aquel era el sitio donde creí haber encontrado mi redención, pero tan sólo seguía aguardándola, sin darme cuenta que el umbral de la locura ya había quedado atrás.
En mi afán autodidacta por conocer en profundidad la naturaleza humana a través de mis víctimas simplemente perdí el control, acercando las distancias y volviendo las diferencias entre nosotros prácticamente imperceptibles.
Busqué en mi bolsillo y encontré, como era de esperarse, los últimos billetes que me quedaban, los que alguna vez creí haber utilizado para invitar a mi Clara un café.  La desesperación nos puede hacer ver espejismos, como un oasis en pleno desierto a alguien torturado por la sed.
Salí a la calle, compré un lápiz y un cuaderno y comencé a escribir mi relato sentado en la mesa de una cafetería mientras bebía un café. Cada minuto que transcurría, las voces en mi mente se hacían más fuertes y desafiantes, la sentencia se estaba llevando a cabo y ya no me quedaban fuerzas para negarme a mi trágico destino.
Una vez terminada mi escritura comprendería que había llegado el momento de entregarme y reconocer mi culpa. Sabía que una vez que sacrificara el último recuerdo que me pertenecía mi cuerpo quedaría vacío, mi mente ocupada por todos los recuerdos que me había apropiado y me convertiría en el único ausente. Ya no quedaría nada de mí y sería condenado al exilio, un exilio sin tiempo ni espacio, único y desconocido. Un exilio que considero justo.

He decidido que mi última víctima sea la moza que vendrá a cobrarme el café cuando la llame. Debo actuar rápidamente antes de quedar totalmente aturdido por las voces que se van incrementando y no poder concentrarme en Clara y nuestro primer encuentro. En mi Clara, la única que fue capaz de regalarme un oasis antes de que el escenario quedara desierto y la obra consumada.
Mi amada Clara.

viernes, 24 de febrero de 2012

Recuerdos de un extraño (el exilio de Benjamín Costas) - Capítulo 2: "Clara"

Desde un comienzo mi motivación primordial fue la curiosidad, pero a medida que fui coleccionando recuerdos, esta actividad comenzó a tornarse adictiva. No solamente era testigo del pasado de mis víctimas, también percibía las sensaciones de los protagonistas. Mi colección era inmensa y constaba desde inocentes situaciones de la infancia hasta todo tipo de encuentros sexuales, pasando por excesos propios de la adolescencia y de individuos absueltos de todo margen moral. Debo reconocer que nunca fui capaz de negarme ante la posibilidad de adquirir nuevas experiencias.
Pasaron cuatro años desde que comencé un trayecto indefinido en busca de nuevos y diferentes recuerdos y como fruto de mi necesidad, la búsqueda se hacía cada vez más difícil y desgastante.
Poco a poco me había convertido en un parásito que se alimentaba de la memoria ajena y había comprendido algo de lo que la vorágine producida por mi sed exhaustiva no me había dejado percatarme. Cada persona en la que “irrumpía” su recuerdo era borrado y en contraposición, cada registro que arrebataba ocupaba el lugar perteneciente a uno propio. Por cada nuevo fragmento de memoria que me adjudicaba debía sacrificar alguno de mi propiedad y, a pesar de no haber llevado una vida de la cual estaba orgulloso hasta ese momento, tampoco estaba seguro de cuánto tiempo más podría llegar a mantenerme alejado de la locura provisto, única y exclusivamente, por extracciones de vida que no me pertenecían.
Durante un tiempo traté de controlar mis instintos pero ya era demasiado tarde, me había dejado consumir por mi propio don y sin darme cuenta, me había condenado para siempre.
Sumado a mi problemática primordial, me transformé en un fumador compulsivo, promediando los tres atados de cigarrillos diarios. Muchas de mis más terribles adquisiciones tampoco me dejaban conciliar el sueño así que mi estado físico era deplorable y, en adición, ya no recordaba ningún dato relacionado a mis padres. Debido a esto mis recursos económicos eran prácticamente inexistentes y había olvidado la última vez que había ingerido algún tipo de alimento.
Una noche fui a recorrer las terminales de subtes, donde encontraba generalmente la mayor variedad de potenciales víctimas. Promediando la medianoche, me encontraba sentado en un banco de la terminal a punto de encender un cigarrillo que un extraño me convidó. En ese momento, una mujer se me acercó y sucedió algo que de haberlo imaginado, no hubiese sido tan perfecto.
“Disculpe, ¿tiene fuego?” – Su voz sonaba tranquila y despreocupada, desconociendo el monstruo que tenía en frente – “Si, por supuesto” – le contesté y busqué rápidamente el encendedor, al mismo tiempo que trataba de adquirir disimuladamente una postura más erguida. Ella se sentó junto a mí mientras encendía el cigarrillo y al ingerir su primera bocanada de humo fue cuando nuestras miradas, por fin, se cruzaron.
“¿Cuál es tu nombre?” – Pregunté dubitativo – “Clara, mi nombre es Clara” – contestó con aquella misma sonrisa merecedora de todas las riquezas del mundo; solamente que esta vez, se había convertido en una hermosa mujer y estaba vestida con una camisa blanca, pantalón negro de oficina y un saco haciendo juego entreabierto. Me pareció estar viviendo un momento surrealista, digno de alguna película de bajo presupuesto.
La invité a tomar un café con lo poco que me quedaba de dinero en los bolsillos y haciéndome ejercitar una capacidad de asombro que creía extinta, ella aceptó. Hablamos durante horas y concertamos un nuevo encuentro para la semana siguiente. Nunca supe si me reconoció inmediatamente de aquella vez en que éramos niños, pero debido a la fluidez con que se fueron dando los acontecimientos supuse que era evidente.
Ya nada de eso importaba, desde un primer momento supe que éste era el motivo por el cual uno de mis últimos recuerdos previos a la aparición de mi don nunca se había borrado, ella era la clave para volver a retomar mi historia desde el preciso lugar en el que la había dejado y comenzar a tener injerencia en el curso de mi propia vida. Clara había reaparecido oportunamente, como una señal que me advertía que la salvación era posible.

Durante las siguientes semanas intenté recuperar el tiempo que había pasado enajenado. Encontré trabajo en una librería cerca del departamento donde vivía Clara y paulatinamente, la necesidad de ejercer mi cualidad fue disminuyendo. Los textos narrativos comenzaron a ser mi pasatiempo y la motivación para verme tentado en dejar algún registro de mis vivencias.
Para ser totalmente sincero debo confesar que el deseo de averiguar qué había sido de Clara todos estos años pudo más y me vi tentado a “irrumpir” en su memoria, prometiéndome a mi mismo hacerlo por única y última vez.
Después de reiterados intentos descubrí que mi capacidad me había abandonado. Me resultó imposible indagar en los recuerdos de la mujer que amaba, sin embargo, lejos de añorarlo, me sentí aliviado. Finalmente todo había acabado.

Al cabo de unos meses decidimos irnos a vivir juntos a su departamento ya que entre los dos no cobrábamos lo suficiente en nuestros respectivos empleos para hacernos cargo de un alquiler mayor. Esporádicamente la culpa me acechaba al tener que mentirle a Clara cuando me preguntaba acerca de mi familia o mi vida pasada, pero era algo necesario que debía hacer para no complicar ni alterar nuestra vida cotidiana.
Le mentí al decirle que mis padres habían fallecido y que había sido criado por mis abuelos, pero para contrarrestar esta situación, era totalmente sincero al declararle mi absoluta devoción por ella y prometiéndole que siempre iba a estar cuando me necesitara.
A pesar de haber pasado gran parte de mi vida por un verdadero infierno, cada vez que confesaba mis sentimientos hacia ella una sensación de redención me invadía y aquello era algo totalmente innovador en mí. Poco a poco mi colección de recuerdos ajenos se fue apagando y las voces y rostros que en el pasado habían sido mi obsesión y me atormentaban a diario se fueron desvaneciendo.

La tarde ya se estaba consumiendo cuando llegué a nuestro hogar. Me resultó extraño no encontrar a Clara con el mate preparado para conversar acerca del día que habíamos tenido cada uno en el trabajo. A una hora de mi regreso los nervios comenzaron a invadirme. Mi para ese entonces prometida, habitualmente salía de trabajar media hora antes de lo que a mi me correspondía en la librería y era costumbre que llegara a casa antes del atardecer. Traté de contactarla por intermedio del teléfono celular pero descubrí que el mismo se encontraba fuera de servicio. Mi garganta ya estaba totalmente irritada por los dos atados de cigarrillos que había consumido en las últimas horas. Estaba desesperado y me sentía impotente ante la situación así que sin pensarlo demasiado y a modo de acto reflejo, cuando la aguja del reloj marcó las nueve de la noche salí a buscarla.
Al llegar a la puerta y ubicar las llaves en la cerradura, escuché sonar el teléfono.

jueves, 23 de febrero de 2012

Recuerdos de un extraño (el exilio de Benjamín Costas) - Capítulo 1: "La irrupción"

El primer recuerdo del que tengo registro proviene de mi niñez: era una tarde de Abril cuando mi abuelo me llevó a la inauguración de la estación de trenes de un pueblo en las afueras de la ciudad. Él había colaborado para crearla junto con otros inversores y conocidos suyos que trabajaban en el gobierno de ese entonces. Me encontré perplejo ante la cantidad de personas que habían dado el presente en aquel acontecimiento; aparentemente se trataba de un gran aporte para los habitantes del lugar ya que se ahorrarían una considerable cantidad de tiempo para llegar a capital.
Inquieto y fastidiado al notar que el único motivo para haberme llevado allí había sido el cuidado de las apariencias, caminé entre la muchedumbre hasta que finalmente me perdí. Luego de un tiempo pronunciado me cansé de caminar y evidencié que mi ausencia no había llamado la atención de nadie. Me senté en el banco más cercano al último andén con la esperanza de que el evento terminara lo más rápido posible. Noté a una niña de aparentemente mi misma edad  que me observaba y que luego de unos minutos, se me acercó. Sus ojos eran color miel y su pelo castaño oscuro, tez blanca y una sonrisa merecedora de todas las riquezas de este mundo, en contraste con su vestido desteñido y sus sandalias desgastadas.
“¿Estás perdido?” – Preguntó tímidamente y aguardó por mi respuesta – “No” – le contesté en forma cortante, tratando de disimular mi asombro por su interés. Durante tan sólo unos segundos me evaluó con un gesto aparentemente reflexivo y se sentó a mi lado -  “¿Vas a subir al viaje inaugural?” – Volvió a insistir a pesar de mi postura reservada, intentando encontrarse con mi mirada esquiva.
Cuando junté el coraje suficiente para mirarla a los ojos y responderle, un hombre desde las profundidades de la multitud la llamó por su nombre, tomó su mano y la ayudó a subir al tren con él, sentándose junto a la ventana. La gente comenzó a cruzarse delante de mí interrumpiendo por momentos mi visión, pero me resultó imposible apartar la mirada de la de ella, que seguía observándome fijamente con una expresión que no lograba descifrar por completo pero que sentía que se reflejaba en mi rostro también.
El tren partió rumbo a capital, alejándola para siempre. Regalándome un recuerdo que llevaría conmigo en el transcurso de los años siguientes y tan sólo un nombre del cual aferrarme, “Clara”.

Promediando el último año de mis estudios secundarios tuve mi primera “irrupción”. En medio de una clase, a la que no le estaba prestando la más mínima atención, me detuve a observar a un compañero que se sentaba a un par de pupitres de distancia. A pesar de haber compartido el aula durante los últimos cinco años nunca había tenido contacto alguno con él. Siempre fui una persona introvertida y, debo reconocer, reacia a las actividades típicas de los adolescentes que me rodeaban. Era de mi preferencia mantener una postura expectante con respecto a los demás y ese día no fue la excepción. La diferencia radicó en que, mientras más me concentraba en el rostro de aquel muchacho, más cercano a él me sentía. Inesperadamente, como si estuviese experimentando un trance momentáneo, sentí mis ojos desvanecerse y me perdí en sus pensamientos. Cuando pude enfocar nuevamente mi visión comprendí que estaba sumergido en uno de sus recuerdos, atravesando el umbral de su intimidad sin levantar sospecha alguna.
Era como si hubiese podido dividir mi atención entre la realidad y esta nueva y asombrosa revelación, sin perder la noción de lo que ocurría a mí alrededor. Inmediatamente lo contemplé en una habitación a oscuras, junto a una mujer mucho mayor que él. Aquella mujer no era nada menos que la profesora que estaba en ese preciso instante repartiéndonos los resultados de un examen que nos había tomado la semana anterior, el cual reprobé por falta de preparación y su consentido aprobó magistralmente.
Aunque pareciera extraño, en algún rincón de mi ser no estaba sorprendido en absoluto, era como si inconscientemente hubiese sabido todo el tiempo que aquel don había estado allí latente y esperando el momento indicado para surgir.
A partir de aquella enriquecedora experiencia comencé a ejercitar el arte de visitar los recuerdos ajenos, aprendiendo mucho más de lo que jamás hubiese imaginado acerca de la naturaleza humana. Lamentablemente, mientras más recuerdos transitaba, más desesperanzador se volvía el panorama y por ende, más espectador me volvía en referencia del resto del mundo.
Al terminar mis estudios abandoné la casa donde crecí y me alejé lo más posible de las personas en las que había “irrumpido”. A veces, conocer en detenimiento el pasado de quienes conforman el círculo familiar no es del todo conveniente, sobre todo al tratarse de vínculos como los que me han tocado en suerte.
Llegado el momento de partir, hubo una especie de pacto de silencio con mis padres, ellos no harían preguntas sobre mi destino y no tendrían que tolerar por un tiempo indeterminado mi permanente mirada de reprobación y rechazo. Aquellas fueron las ventajas y desventajas de haber sido criado en una familia relacionada históricamente con el dinero y la aristocracia, en un país donde todos sabemos lo que eso conlleva con respecto a la moral y a las relaciones personales.
Algo negativo para destacar en referencia a mis visiones era la omisión de las circunstancias que llevaban a las personas a hacer cosas que luego recordarían por el resto de sus vidas. Comprendí que los recuerdos que se tienen más presentes son aquellos que la gente lamenta o desean haber hecho de otra forma. En conclusión, nadie olvida, solamente continúan viaje de la misma forma en que yo lo estaba emprendiendo.