Introducción
Una característica sustancial de los tiempos que corren es la necesidad que la sociedad parece tener por expresarse. A su vez, hoy las personas cuentan con diversos medios para realizar esta tarea gracias a Internet y a todas las herramientas que la misma propone. Las redes sociales, el chat y la telefonía celular entre otros, constituyen nuevas formas de mantenerse en “contacto” permanente a través de los dispositivos que nos ofrecen los inminentes y cada vez más urgentes avances tecnológicos. Esto nos lleva a plantearnos la siguiente incógnita:
¿Confundimos “conexión con comunicación1”?
Tenemos la posibilidad de compartir nuestras opiniones, sensaciones y perspectivas de la realidad o cualquier cosa que cruce por nuestras mentes y, de hecho, lo hacemos. Esta circunstancia es también destacada por el director de la revista Signo y Pensamiento, Luis Ignacio Sierra, en el artículo Alcances de una ética en el ciberespacio o el giro hacia una ética floreciente2 afirmando que: “En el imaginario de muchos cibernautas contemporáneos circula la idea de que quien actúa en el ciberespacio se mueve dentro de una zona inmune a la ética, donde se es completamente libre y autónomo en su comportamiento.”
¿Realmente nos estamos comunicando con el otro o tan sólo nos estamos exhibiendo en pos de satisfacer una necesidad impuesta por la Industria del Consumo?
En base a estas observaciones y a las propicias características de la época, se destaca que los medios nos proponen modelos de comunicación los cuales también le dan la chance al usuario de participar de los mismos, o por lo menos eso le hace creer.
Según Carlos Scolari en Hipermediaciones, elementos para una teoría de la comunicación digital activa3: “(…) el usuario de los medios termina por convertirse en parte del contenido y muchos investigadores proponen que la interactividad es lo que define a los medios digitales de los tradicionales, creando entornos inmersivos donde el sujeto forma parte de un sistema mayor. Se rompe con la idea del consumo pasivo de los medios masivos (…)”.
¿Es real nuestra participación en la discusión o simplemente formamos parte de una estrategia comercial de “comunicación ficticia”?
El análisis de la sociedad y su relación con los medios de comunicación nos conducen a formularnos preguntas que se articulan con el perfil que hemos tomado los individuos que la componemos.
¿Qué nivel de influencia tienen los medios sobre las personas? ¿De qué manera es posible desarrollar una subjetividad propia y particular cuando se nos muestra solamente un punto de vista de la realidad, premeditado y minuciosamente editado?
Nos toca vivir y sobrevivir en este momento de la historia dentro de una sociedad mediatizada en donde es necesario redefinir conceptos e ideas en base a las nuevas condiciones en que se maneja la comunicación. En las siguientes entradas se enumerarán distintos factores de relevancia en función de intentar analizar la influencia que tienen los medios y en qué medida esto repercute en la composición de la realidad de cada individuo con el fin de llegar a alguna conclusión que nos permita optar por una postura crítica frente a los mismos y a las vicisitudes relacionadas.
Sostengo una hipótesis interesante respecto a "la comunicación" en los tiempos que corren: la misma reza que "La era de la comunicación es la era de la mayor incomunicación humana".
ResponderEliminarSuena sugestivo, crudo, chocante e, incluso, paradójico. Pero no deja de ser una realidad. Hoy no se busca el calor humano, sino la "sensación" de ese calor...no se busca la presencia del otro sino la certeza de que ese otro va a entregarme alguna vía que me otorgue una vaga idea de su presencia.
Todo este "ostracismo comunicacional" puede generar situaciones de lo mas absurdas, simpáticas pero, a la vez, sumamente paradigmaticas. Hoy, un joven no le pide un nombre a una muchacha por la que se siente atraído, sino que le solicita "el PIN" para comunicarse con ella. El cortejo no se da "face to face", se da "massmediatizado" (termino interesante que, lamentablemente, no recuerdo el autor que engendro el mismo)por la tecnología. Hoy parece mas productivo tener un avatar seductor que preocuparse por intentar generar sensaciones en la interacción física con el otro.
Pero no todo debería darnos escozor. Los grandes cambios siempre son resistidos y, porque no, aborrecidos. Que critiquemos el nuevo escenario no implica que dicho escenario sea una suerte de "infierno comunicacional".
Y, una vez mas, la EDUCACION pareciera ser la clave, el elemento dinamizador capaz de virar el concepto que subyace al uso de las nuevas herramientas comunicacionales. En otras palabras, es la "vía educativa" la carretera que deberíamos de tomar para que las nuevas tecnologías "fomenten y acrecienten" los encuentros humanos y no que hagan de los mismos un sueño utópico de un libro de Dickens.
¿Como producir este viraje?, esa es otra historia. No creo tener la respuesta, mas aún, no me siento siquiera capacitado para pergeñar una solución. Y tan chica es mi sabiduría que desconozco a ciencia cierta se si el análisis de las líneas precedentes es correcto.
Solo intento aportar mis pareceres a la causa, deseando que no sea aportar a la confusión.